domingo, 23 de octubre de 2011

Parte dos.

-Buenos días- le dije a mi madre con una gran sonrisa en la boca. Ella se giró, llevaba una taza de humeante café en una mano, y una factura telefónica en la otra. Castigada el próximo fin de semana sin salir.
-Castigada el próximo fin de semana sin salir- dijo ella con voz serena- y a partir del mes que viene te pagas tú el móvil.
Asentí y me acerqué a la nevera a sacar el cartón de leche.
-¿Viste que han comprado la casa abandonada de la esquina?- cuando era pequeña, esa casa abandonada me daba cierto miedo. No me gustaba: demasiado grande, demasiado gris, demasiados matojos…
-Pues no, la verdad que no lo sabía.
-Tienen una pinta muy refinada, al parecer son gente con bastante poder.
-Vaya… Luego voy a ir hasta casa de Leire, que vamos a estudiar juntas.
Acabé de desayunar y subí arriba a vestirme. Había dejado de llover hacía un rato, y el cielo estaba despejado. Cogí mi abrigo marrón y me calcé las botas de agua.
Salí a la calle y decidí pasar por delante de la vieja mansión, aunque tuviese que hacer un rodeo tonto pues la casa de mi amiga estaba en la otra dirección. Al llegar a la altura de la casa vi a un montón de obreros colocando el andamiaje para restaurar la fachada de la vieja casa de paredes cenicientas y…
“…La melodía inundaba la habitación acariciando mis tímpanos y las paredes de la estancia. Hacía frío, muchísimo frío, no sentía nada. Abrí los ojos con dificultad, me pesaban los párpados. Allí, frente a mi, una mujer de vestido carmín sometía a presión las teclas de un piano de cola color azabache. Sonreía de una manera escalofriante. Sus manos iban cubiertas por unos finos guantes de rejilla negra. Paró un instante y me miró, sus ojos despertaban terror. Entonces, un gran estruendo hizo que mi cuerpo se estremeciera, pero aquella extraña mujer no reaccionó, se mantuvo altiva e indiferente. Una extraña silueta apareció del fondo y…”
La melodía de mi móvil hizo que un escalofrío me recorriese el cuerpo.
-¿Sí?
-¿Dónde estás, tía?
-A, perdón, voy ahora, estoy de camino.
-Date prisa, que fuerte, Héctor se peleó con Marcos.
-¿Qué dices?
-Si, venga, date prisa y te cuento, que se acaba de conectar Carla- colgué y miré la casa. No le di la mayor importancia, me giré, y seguí mi camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario